Inconstante e Inestable

Este es el relato de John Moorehead, el más grande asesino serial de todos los tiempos.

Nació en 1907, el 28 de junio, su padre fue Albert Moorehead, y su madre Alicia Sanders, irlandeses hijos de ingleses.

Una familia más bien intelectual, el padre era profesor de física y socialista y la madre era una arqueóloga reconocida, que dejo su carrera activa, para dedicarse a escribir ensayos.

En 1917, se mudaron a Estados Unidos, al estado de California, donde su padre se desempeño en un college del lugar, y su madre publicaba su segundo libro. John, que a sus 12 años de edad, era un joven obeso, siempre había sido un niño robusto. Esta situación duró hasta sus 14, por que al entrar al tercer año de la educación superior, creció alrededor de 10 centímetros, y bajo de peso una gran cantidad. Desde ese día dijo que no volvería a engordar. Hacía ejercicio y comía normalmente. A pesar de lo que pueda pensarse, tuvo una infancia feliz, y una adolescencia normal.

Un hombre extremadamente inteligente, se suponía de tendencias de izquierda, y con un CI calculado en 179. Aunque hasta sus 14 años fue de estatura normal-baja, creció y alcanzó la altura de 1, 85 centímetros.

Nunca fue homosexual, aunque sus asesinatos incluyeron niños y algunos hombres, aunque esto no le provocaba placer sexual, sino que el lo hacía “Solo para verlos morir, y probar cual era el mejor sabor, el cual comprobé, es el de la mujer”

Su infancia, como hemos dicho era tranquila, tuvo su primera experiencia sexual (todas se supone fueron de carácter heterosexual) a los 17 años. En su infancia leía mucho y pronto empezó a escribir. Sus cuentos y novelas eran fantásticos, un crisol literario increíble. Gracias a esto adquirió un lenguaje vasto, y maneras educadas por parte de su madre y fortaleza y maneras varoniles por parte de su padre. Muchos dicen que si no hubiera sido el increíble y pervertido criminal que fue, podría haber sido un hombre de bien, ya que era educado, no fue rico, lo que no lo hizo prejuicioso y caprichoso, y tampoco pobre, lo que no lo hizo resentido y sumiso. Era el carácter perfecto para todo, pero obviamente su mente se torció en alguna parte.

A medida que el tiempo pasaba, Moorehead demostraba un capital cultural que haría ruborizarse a cualquier hombre de mundo, una predestinación a todas las materias, pero como se vió más adelante, un talento especial para escribir, podrá decirse que las palabras brotaban de su mano y se convertían en el todo y la nada.

A los 18 años, Moorehead se había graduado, tenido dos novias, y una vasta experiencia sexual.

Empezó a sus 19 años a trabajar como periodista en East California’s Gazette.

Un período de prosperidad, y salud mental aparente (Siempre le habían fascinado Poe, Lovecraft, y Stoker, más especialmente Stoker)

A los 21 años, se presentó una oportunidad. Como era un joven seductor, de pelo largo y desordenado, con labia de orador e irónico, las mujeres picaban fácilmente.

Su primera víctima fue Katy Ellen Silvercastle. Ella era una mujer de clase alta, que rondaba los 24 años, pelo negro azabache y asidua lectora de Poe (al igual qué el)

Después de estar una semana viviendo en la casa de el, como amantes, ella quería irse. El no pensó siquiera, agarró una navaja que usaba para recortar su barba, y le dio una puñalada al esternón, la cual la mato enseguida. Prosiguió a beber su sangre durante media hora, después de lo cual vomitó) y comió los senos de Katy, con voracidad animal.

Sus víctimas que sobrevivieron, solo 2, dijeron que cuando mataba era otra persona, sus ojos se tornaban rojos, y babeaba incesantemente, también recitaba en lenguas extrañas, de la cual una sola victima, que era una instruida traductora, reconoció como Griego, latín y árabe. Recitaba poemas alusivos a la muerte, algunos del libro tibetano de los muertos, otros de Poe, traducidos al paso por él mismo u obscenos poemas compuestos por él, supuso la víctima que pudo reconocer las lenguas recitadas.

Volviendo a Katy, el tenía un apartamento pequeño y molesto para realizar asesinatos, se dio cuenta después de meditar sobre su nueva condición, que había heredado hace 6 meses la propiedad de su bisabuela Helen Gein de Moorehead, la cual había aceptado, pero todavía no utilizado. Tiró el cadáver por el incinerador, y después dijo sentir remordimiento de hacer aquello, porque esa chica era: “Realmente deliciosa”.

La casa quedaba en las afueras de la ciudad, no muy lejos, a unas 20 calles de su trabajo.

Medía unos 800 metros cuadrados y era excelente para los oscuros propósitos que el tenía en mente.

Empezó a hacer un plan maestro y a ordenar la casa para sus macabras obras. Desde los 21 hasta los 29, cuando se entregó a las autoridades, cometió 1019 asesinatos, y dos intentos de asesinatos, los cuales no habrían sido nunca averiguados de no ser por su entrega

Acostumbraba a cazar a sus victimas de a una y mantenerlas vivas y amordazadas para matarlas de a muchas. Confesó que su máxima cantidad de asesinatos en una noche, fueron 32.

Nunca tomó de más, aunque le encantaba la cerveza y las bebidas ligeras. Solo perdía el control en sus actos homicidas, en situaciones sociales, era un hombre completamente racional y meticuloso.

Tenía un gigantesco refrigerador, el cual alimentaba con energía electrógena a base de fluxión de líquidos combustibles (caro pero seguro).

Entre sus víctimas se contaron 976 mujeres jóvenes adultas (entre 20 y 45 años), 20 hombres jóvenes adultos (entre 26 y 33 años), 10 niños varones (entre 5 y 12 años) y 13 niñas mujeres (entre 9 y 12 años)

En sus primeros 5 años, asesino 800 personas, y después en los 3 siguientes, los 219 restantes.

A pesar de lo normal, no presentó la triada fatídica de los asesinos seriales, aunque si una afición morbosa a la muerte, desmembramiento y tuvo fantasías entre los 18 y 20 años con partes de cuerpos mutiladas flotando en la nada.

Drogaba a sus víctimas con opio o los incitaba a tomar cualquier tipo de bebida alcohólica si eran niños.

Tuvo relaciones sexuales con sus víctimas solo anteriormente de su asesinato, siempre dijo que podía ser “Enfermo, disgustante, asqueroso, y de mal gusto, pero si hay algo que no haré es tener relaciones sexuales con algo que no pueda gritar de dolor”

Confesó que si bien le excitaba el dolor, lo que más le apetecía era la carne humana y su sangre como bebida durante esas comidas caníbales.

Se entregó a los 29 años, porque sentía que había cumplido su cometido, confesando todo con lujo de detalles e incluso donando su dinero a las familias de los muertos y sobrevivientes (Esas dos mujeres). Incluso ofreció dar sus sobras a los necesitados, pero el gobierno de California declinó la oferta.

Antes de aplicarsele la inyección letal a la edad de 30 años dijo:

“Hoy, 5 de mayo de 1938, quiero confesar algo. Como sabrán, dos mujeres fueron las únicas de 1021 víctimas que sobrevivieron. Una de estas era la ilustre periodista e traductora, la cual reconoció mis poemas propios y ajenos en otros idiomas. La otra fue una joven de 16 años, una prostituta de baja monta, llamada Katheleen Maddox, la cual no maté por un desliz.

Esto ocurrió por febrero de 1934, si mal no recuerdo, aunque no puedo consultarlo debido a que destruyeron mis diarios. En todo caso, esta chica quedó embarazada de mi, lo que supe un par de meses después, por un amigo en común que teníamos (raramente, a pesar de su trabajo, nos conocimos así con ella). Cuando dio a luz a su bebé, 12 de noviembre de ese mismo año, me ofrecí a llevarle unas flores, pero ella me vetó la entrada, aunque pasé igual. Le dije que le pusiera de nombre Charles.

Ella aceptó Charles, solo si me iba. Le pregunté que apellido iba a usar. Me miro violentamente y me dijo: Manson

Le dije que estaba bien, que no hablara o lo lamentaría, la besé violentamente, lo cual me excito y ahí maté a mi victima numero 974, Leonor Neftzi, una iraquí o algo así que tenía encerrada en mi casa.

Predigo que mi hijo, el cual supongo su nombre será Charles Manson, o Maddox, será más grande que su padre, y que honrará al legado que se le ha impuesto. Me despido de ustedes, advirtiéndoles, cuídense de mi hijo” A los 3 minutos, se la aplicó la inyección letal y murió ese mismo día, 5 de mayo de 1938.

A pesar de estas 1019 víctimas (Un número increíble), el gobierno de Estados Unidos lo borró de sus anuales, pero es obvio que no lograron eliminar todo. Moriré dentro de poco, Lezti, pero publica esto, que se sepa, ese Charles Manson o Maddox puede estar actuando ya mismo, y debe ser detenido. Con amor, tu hermano injustamente condenado:

John Wilbur Connery, en algún momento, (pues no se me permite ver el calendario) de 1947.

Del primer post del blog, la continuación de la historia

PD: Las imágenes por el momento no se relacionan con el post..., solo es decoración ; D

A todo esto no me presenté, soy Tomás Soriano, ninguna relación con Pepe o con Osvaldo. Tengo 23 años, estoy cursando la carrera de Matemática en la UBA. Como ya saben, trabajo en un instituto de apoyo. Normalmente soy el profe copado, que sabe de todo, es joven, los pibes lo envidian, las pibitas se mueren por él, barbita candado, físico normal, tirando a flaco, pelo corto. Les recuerda a algo? Si ya sé, soy un cliché televisivo.

El lunes, después del domingo, me pidieron que contara (los colegas, en uno de los descansos) como me había ido

Tito: Dale, estaba muerta por vos, boludo

Rober: Te la cojiste, o no tuviste suerte? Porque a esa la conozco, es facilísima

Yo Se, por eso vos te la cojés todas las veces que salís no?
Lili (Entrando): AY! Menos mal que no eran machistas uds!

Rober: Daa, pibita, estamos hablando de cosas normales

Lili: Se nota que no sabés nada sobre minas

Yo: Obvio, por eso…

Tito: No lo digas, ya tuvimos suficiente

Rober: Si, no da que te la pasés bardeandonos

Tito: Nos?! A vos te bardeo, cararrota!

Yo: Bua, basta, me tengo que ir, la piba que le doy clases llegó

Rober: Dale

Lili: Después enseñale a estos chambones como se trata a una mina o se quedan vírgenes de nuevo

Yo: Eh, chicos, basta, hay pibes y pibas menores

Tito: Andá, andá, boludón

Esta piba tenía 17 años, y estaba cursando el último año de la secundaria. Una piba muy linda, muy capaz, quiere ser antropologa. Muy linda, como me gustan a mí, pero obvio, yo soy profesional, así que empezamos la clase. Cuando terminabamos…